top of page

MAUPITI Polinesia francesa




Tras toda la noche navegando llegamos a la isla con el canal de entrada más estrecho.

Una vez entras te sorprende la bonita laguna rodeada de barrera de coral, motus, una impresionante montaña y un mar en el que está toda la gama de azules predominando el turquesa.

La primera noche fondeamos en medio de la laguna. No encontramos ningún barco. Imagino que algunos de ellos la descartan por la dificultad del paso.

Paseando por la playa se llega al extremo exterior, donde las olas rompen contra la barrera de coral.

Al día siguiente cambiamos de fondeo para visitar el pueblo.

Las casas están situadas a ambos lados de la carretera que bordea la isla. Las que están en el lado mar toda tienen su pequeño embarcadero.

Y algo muy curioso que no habíamos visto en ninguna otra isla de las que he visitado.

Todas las casas tienen en su jardín al lado de la puerta de entrada a la casa el panteón familiar donde son enterrados los miembros de la familia que van falleciendo. Es un poco chocante y extraño.

Pude observar que en algunas de ellas había muchos ramos de flores como si hubieran enterrado a alguien muy recientemente, en otras nada y en otras flores de plástico.

Al pasar por una casa recién construida su propietario estaba trabajando en la construcción de su tumba.

Bordeamos caminando más de un cuarto de isla. Cada x metros se encontraban bancos en forma de mirador ubicados con vistas al mar.

En uno de estos miradores nos sentamos Graci, Eli, Oscar y yo a ver el atardecer, en un mar inmóvil en el que se reflejaba el cielo y sus colores.

De regreso al pueblo ya anocheciendo vimos que estábamos lejísimos así que hicimos auto stop y nos paró un 4x4 que nos llevó hasta el embarcadero donde estaba nuestra zodiac.

Allí vimos la salida de la impresionante luna llena mientras escuchábamos los tambores de los lugareños que están ensayando para la fiesta nacional del 4 de julio.

Una noche muy chula.

A la mañana siguiente fuimos a recorrer el motu que teníamos cerca del fondeo y nos dimos un baño.

Luego volvimos al fondeo de la laguna a pasar los dos últimos días.

En ese lado descubrimos una pensión con cabañitas en la playa a la que acudimos los dos días para ver el atardecer desde allí. El dueño del lugar era un señor muy amable.

La última noche fue mágica ya que toco el ukelele con canciones típicas de Marquesas, su lugar de origen.

Nos despedimos de él y a la mañana siguiente dejamos atrás esta preciosa isla y creo que la menos conocida y visitada para volver de nuevo a Bora Bora.



63 visualizaciones

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page