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REINO DE TONGA Parte I




El 10 de Junio tras 4 días de navegación llegamos a VAVAU a la ciudad de NEIAFU procedentes de Niue.

Nada más llegar legalizamos nuestra situación y hacemos la entrada al país tras pasar por nuestro barco el oficial de aduanas e inmediatamente vamos a cambiar euros por la moneda del país.

Fondeamos en la bahía donde había ya bastantes barcos de la ARC que salieron antes que nosotros de Niue.

Tonga nos recibe lloviendo pero a pesar de ello decidimos bajar a tierra a explorar.

Nada más subir las escaleras que comunican el pantalán del Mango, un restaurante a pie de mar donde está el embarcadero, nos tropezamos con una taberna vasca.

Allí conocemos a Papu, un vasco que llegó a Tonga con su padre a la edad de 13 años a bordo de un velero llamado “7 de Julio”, con una eslora de 7,62 metros, sin motor, sin electricidad y en condiciones muy precarias. También conocimos a su tío y a su tía María Pilar que tienen un restaurante de paellas en la isla de Tapana. Cenamos unas deliciosas tapas vascas y pasamos la noche bebiendo vino y hablando con ellos de las mil y una historias de cómo llegaron aquí, como se integraron en esta sociedad tan diferente a la nuestra, de su vida aquí y de mil aventuras más.

Deliciosas las patatas bravas con las que disfruté como una loca, ya que hacía 7 meses que no las comía. Cuando pasas tiempo fuera de tu país hay muchos platos que echas de menos, aunque también disfrutes mucho descubriendo otras cocinas del mundo.

Neiafu es una ciudad pequeña, llena de supermercados y comercios chinos aunque con poco surtido para hacer la compra.

Ya en el centro del pueblo descubrimos el Tropicana. Es un bar donde puedes comprar tarjeta del móvil, cargar de gas las bombonas, lavandería, etc…Un lugar muy completo para las necesidades de los navegantes. (Canal VH 25).

También tiene una gran biblioteca donde puedes coger o intercambiar libros y un espacio para hacerte tatuajes y la manicura. Allí Lola y yo conocimos a Aleksa, una chica rusa que pronto se marchara a vivir a Uruguay y con la que pasamos una tarde fenomenal, nosotras mejorando nuestro inglés y ella aprendiendo el español que tanto va a necesitar cuando cambie de residencia.

En la bahía de Vavau estuvimos bastantes días ya que no cesaba de llover.

El primer día que asomo el sol nos fuimos a un fondeo llamado Port Maullere en la isla de KAPA, aunque de nuevo llegó la lluvia y estar en el barco ya se nos hacía pesado así que a la mañana siguiente Lola y yo decidimos volver a Neiafu donde reservamos un hotel para pasar un par de días.

Aprovechando que el Peikea estaba fondeado en esta bahía y que iban a volver a la ciudad nos fuimos con ellos a pasar el día a un fondeo muy chulo donde comimos, nos bañamos y poco antes del atardecer llegábamos a la ciudad.

Desde aquí quiero agradecer a Manel, Arnau y Nevil el día tan chulo que pasamos y su amabilidad.

El hotel estaba justo al lado del Mango, punto de encuentro de todas las tripulaciones de los barcos fondeados en la bahía.

Pasamos dos días geniales de paseos por la ciudad y cenas en el vasco, donde acudían parte de tripulaciones de la ARC a los que ya conocía y con los que establecimos más relación.

También me reencontré con Sergio y su mujer que navegan en el Nikitoo, con los que cenamos en su barco en Fatu Hiva y posteriormente nos vimos en Papeete y con Adriana, a la que conocí en el puerto de Colón los días de espera en que realizábamos los trámites para cruzar el canal de Panamá. Estos reencuentros me hicieron especial ilusión y con ellos tras cenar una noche en el vasco con la tripu del Peikea, estuvimos charlando y pasando una noche estupenda. Terminamos en uno de los barcos con tripus en las que se mezclaban el francés, inglés y catalán.

Pasados estos dos días nuestra tripulación nos recogió y nos despedimos ya de nuestros amigos del Peikea y conocidos de la ARC ya que ellos parten a Fiji y nosotros nos quedamos descubriendo las islas que nos ofrece Tonga.

Muchas gracias a las tripus de la ARC con las que he tenído más trato, por sus consejos y ayuda. See you en Catalunya, Madrid y Bruselas.

Nos fuimos a TAPANA. No pudimos ir a comer paella en el restaurante de María Pilar ya que la noche que estuvimos con ellos en la Taberna vasca nos contó que al día siguiente partían a Nueva Zelanda unos días y no regresaban hasta final de mes.

Hicimos una excursión por la isla donde encontramos un paisaje totalmente diferente a lo visto hasta ahora.

Junto al borde del mar encontramos una especie de piedras gigantes rectangulares que en su antigüedad debían tener alguna utilidad pero que no supimos descifrar. Vimos una serpiente preciosa, blanca y negra pero altamente venenosa, a unos nativos sentados cortando pepinos de mar, millones de pequeños ermitaños y caracolas de todo tipo y tamaño. Dentro del mar pequeñas montañas de arena blanca formaban un paisaje lunar.

Cuando decidimos regresar antes de que atardeciera la marea ya estaba subiendo y tuvimos que darnos prisa para poder pasar y llegar hasta nuestro dingui.

A la mañana siguiente poco antes del amanecer dejamos atrás las VAVA´U Island para poner rumbo al sur a las llamadas HA´APAI Island Group.

UOLEVA nos sorprende al tener una enorme y kilométrica playa de arena fina. Allí fondeamos frente al Sea Change, un chiringuito que justo acababan de abrir para iniciar su temporada y donde conocemos a una parejita de holandeses que pasaran aquí cuatro meses trabajando y a su propietaria, una inglesa casada con un nativo.

Esta isla además de su fina arena y sus increíbles colores de agua, está formada por palmeras, potus y enredaderas sobre la arena de la playa de las que crecen unas bonitas flores de color fucsia.

Hemos pasado la mañana recorriendo su playa, bañándonos y tomando el sol.

Por la tarde hemos visto el atardecer desde la playa y al regresar al barco la salida de una impresionante luna llena en la que a medida que iba subiendo desde el otro lado de la isla se dibujaban en ella las siluetas de las palmeras. Una visión espectacular. Ningún barco fondeado a nuestro alrededor.

Las temperaturas desde que llegamos a Tonga han descendido mucho. Tenemos máximas de 25º y mínimas de 22º. El agua del mar también está 5 grados por debajo de lo que estábamos acostumbrados hasta ahora.

En el barco todo está húmedo, los colchones de las camas, la ropa de los armarios…

Volvemos a la manga larga, a dormir por las noches con las escotillas cerradas, ya por la lluvia o por que hace fresquito.

Tras siete meses en el barco mis cosas se empiezan a deteriorar por el salitre y la humedad. Cremalleras de los pantalones, cierres, cables. Yo he perdido 5 kgs y algo de masa muscular aunque les ha ocurrido lo mismo a las personas que he ido conociendo y llevan meses navegando.

Así es la vida en el mar.

Partimos hacia UIHA, una isla en la que solo viven nativos, sin ningún alojamiento, ni comercios, sin chiringuitos…Salvaje. Los cerdos campan por la isla y a penas se ve gente en las calles. Nos cruzamos a penas con dos familias.

Recorremos el pueblo y cruzamos por la frondosa vegetación para llegar al lado más salvaje de la isla y darle media vuelta andando por sus playas paradisiacas. Se mezcla la frondosidad de su vegetación con restos de coral, arena, millones de caracolas, pequeños ermitaños…

El agua es transparente en la orilla y a medida que avanza mi vista hacia el interior del mar voy viendo franjas de colores verdes y azules de distintos tonos. A lo lejos pequeñas islas frente a esta.

Tengo la sensación de que esta isla no es visitada por los barcos, hay muchos bajos, no hay un fondeo protegido y no parece que estén acostumbrados a ver a occidentales, pero sin duda nos ha dejado sin palabras su belleza.

Nos vamos en busca del paraíso, OUNUKUHAHAAKI.

Isla totalmente desierta con una larga lengua central de arena blanca por un lado y al otro lado una barrera de coral y rocas que une dos islas imposibles de separar, Uonukuhihifo y Uonukuhahaaki.

Totalmente deshabitadas, están protegidas de vientos de sur al este. Esta isla seria la definición exacta de paraíso.

Cuando recorres su playa vas sorteando las rocas planas situadas estratégicamente en algunos tramos de la orilla del mar. Palmeras que al caer los cocos crean nueva vegetación, futuras palmeritas que van creciendo para convertirse en enormes palmeras.

Otros árboles y vegetación crecen por doquier dándole ese aspecto elegante y salvaje.

Pájaros de color azul metalizado realizan bonitos canticos y vuelan hacia la orilla en busca de alguno de los muchos cangrejitos transparentes que por ella corretean.

Indescriptible la sensación que produce el estar en esta isla, perdida en la inmensidad del Océano Pacifico, solo nosotros, sin nadie, sin nada, en medio de este universo tan puro.

Sus aguas cristalinas, el sonido del arrecife, el aire absolutamente puro…Tumbarme en su arena y bañarme en el mar sabiendo que eres una de esas pocas personas en el mundo que han pisado el paraíso.

Uno de los lugares más impresionantes de este viaje.

Y el sábado 22 de Junio temprano partimos hacia la capital de Tonga, NUKU´ALOFA para llegar al atardecer.

Una travesía con fuerte viento que nos entraba de través. 27 nudos de aparente y una buena navegación. He disfrutado mucho al timón.

Tonga nos está regalando buenos vientos.

Aquí en la ciudad hemos celebrado el Sant Joan.

Fondeamos frente al Big Mama´s Yacht Club dos noches.

Allí fondeada cerca de nosotros estaba Erika, una alemana que navega en solitario con su velero de 8 metros y medio.

El 23 fuimos a comer al restaurante del Yacht club, un lugar con encanto sobre el mar. Allí se acercó Erika después de comer y estuvimos pasando una tarde muy agradable hasta el anochecer. Luego nos vinimos todos al barco y celebramos el Sant Joan con una fiesta y una pequeña hoguera en el mar. Muy chulo.

Al día siguiente cuando vimos a Erika ya para despedirnos, recordaba y nos agradecía lo bien que lo paso con nosotros esa noche.

Valiente Erika, que a sus 61 años navega en solitario por el mundo. Su primera experiencia en el mar fue a los 45 años cuando subió por primera vez en un velero.

El 24 de Junio, entra la nueva tripulación. Meres que nos acompañara hasta Bali y Alejandro y María Luisa que estarán 15 días navegando con nosotros.

La mañana fue una locura. Amarramos el barco en el muelle de la capital y unos nos fuimos al super, a por gasolina y otros recados con un taxista que nos acompañó y estuvo haciendo viajes al puerto llevando la compra mientras otros la estibaban.

La capital es totalmente distinta a todo lo que habíamos visitado hasta ahora. Aunque es pequeña tiene muchísimo tráfico, circulan muy despacio, los cementerios son grandes y están en cualquier lugar del centro o afueras de la ciudad, con letreros muy grandes de fotos de las personas fallecidas y con cientos de flores. Son muy coloridos.

Poquísimos edificios altos y mezcla de muchísimos comercios chinos con alguna tienda moderna de telefonía móvil como por ejemplo Samsumg.

En la capital vive el rey de Tonga aunque en los trayectos que nosotros hicimos no pasamos por el Palacio Real.

La última en llegar fue Meres que venía tras viajar 37 horas agotada. Subió al barco y dejamos atrás la ciudad de Nuku ´Alofa.

Empezamos un nuevo recorrido por el reino de Tonga.



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