Domingo 28 de Abril llegamos a Papeete, capital de TahitÃ.
Me habÃan hablado de Papeete como la capital administrativa de las islas de la Polinesia sin mucho atractivo, pero para mà los 6 dÃas que he pasado aquà han sido muy especiales y mágicos. Creo que esta isla personalmente va a marcar un antes y un después en mi viaje.
Nada más aproximarnos al puerto me pareció un lugar bonito, con verdes y altas montañas, sin edificios excesivamente altos en el centro y casitas solitarias a las afueras.
La ciudad es pequeña, pero tiene un paseo junto al puerto por donde pasean sin cesar lugareños y turistas.
La actividad de la ciudad empieza a las 5.30h de la mañana con el ruido de los coches atravesando la ciudad.
Los colegios y comercios abren sus puertas a las 7h.
El mercado de Papeete está lleno de color. En la planta de abajo se encuentran las fruterÃas mezcladas con tiendas de souvenirs. En otra zona están las pescaderÃas y en el otro lateral del mercado se encuentran las floristerÃas.
La planta de arriba está llena de tiendas de ropa y objetos decorativos.
Por las tardes en el exterior del mercado instalan puestos donde venden las coronas y los collares polinesios hechos con flores naturales.
Alrededor del mercado se encuentran muchÃsimas tiendas de ropa y joyerÃas donde exhiben sus famosas perlas negras.
Nosotros llegamos un Domingo, dÃa en que prácticamente todos los negocios se encuentran cerrados. Frente al puerto hay un bar que se llama El Retro, donde todos fuimos nada más pisar tierra.
Allà nos encontramos con la tripulación de catalanes del trimarán que conocimos en Fakarava y un nuevo tripulante que acababa de incorporarse, Arnau.
Arnau y yo ya nos seguÃamos en instagram. Tenemos algunos conocidos en común dentro del mundo de la náutica.
Más tarde nos fuimos a pasear Graci, Miquel, Enrique y yo descubriendo la ciudad dormida por ser domingo, aunque encontramos una joyerÃa de perlas que llamo nuestra atención, el Tahità Pearl Market, que recomiendo a todo el que pase por Papeete y esté interesado en comprar alguna perla.
Aquà se pueden comprar perlas en los mercados o puestos callejeros pero no es recomendable ya que probablemente sean falsas.
Entramos Graciela, Miquel y yo y allà pasamos unas horas eligiendo perlas entre las miles que nos ofrecÃan. Lionel, una persona encantadora nos atendió y aconsejó.
Por allà paso casi toda la tripulación en los dÃas posteriores a comprar sus perlas, ya que van con certificado de garantÃa, caracterÃsticas y una presentación muy bonita.
El lunes por la mañana busqué una óptica para poder cambiar mis cristales graduados a una montura nueva que habÃa comprado en Panamá ya que las gafas anteriores se rompieron y he ido tirando con ellas con un arreglo provisional.
Di un largo paseo por sus calles llenas de gente. Visité la iglesia en la plaza Notre Dame donde también está el km 0 de Papeete, su magnÃfico ayuntamiento y su mercado.
Por las noches cerca del pueblo hay una plaza con caravanas de comida donde acuden a cenar lugareños y turistas y allà hemos cenado un par de noches.
Una de esas noches, encontramos a la tripulación del Nikiita, velero en el que fuimos invitados a cenar en Fatu Hiva y nos hizo mucha ilusión verlos de nuevo. También ellos han cambiado a gran parte de su tripulación pero el encantador Sergio y su mujer siguen hasta el final.
Otra noche salimos de copas parte de nuestra tripulación con parte de la tripulación de los catalanes. Encontramos una discoteca con poco turista y mucha gente local donde lo pasamos genial.
Recorridos nocturnos por las calles de Papeete con nuevos amig@s, visitas a otros barcos a los que he sido invitada para intercambiar experiencias y donde he podido conocer a otros tripulantes que navegan en barcos de la ARC.
También he podido llevar la ropa a una lavanderÃa que desde Panamá no la pasaba por una lavadora. En el barco la lavamos con agua salada.
Hemos estado yendo a un bar llamado Bora Bora en el que hay wifi gratis, también al 3 Brasseurs, que para los que les gusta la cerveza ahà fabrican la suya propia.
Una noche después de cenar algunos de nosotros nos acercamos a un Karaoke donde no habÃa ni un turista y terminamos cantando una canción de Alaska, algo curioso estando en la otra parte del mundo.
En la capital hay muchos mahus, conocidos como el tercer sexo en la Polinesia (antiguamente el primer hijo que nacÃa en una familia lo educaban como una niña para que posteriormente pudiera cuidar de sus hermanos y llevara la casa) y me maravilla lo normalizado que está y lo libre que viven sin juicios ni prejuicios.
El viernes, último dÃa en la isla, fue el dÃa el dÃa más especial.
Después de comer pase por el barco de unos amigos. Nuestro amarre está en el pantalán que da al paseo marÃtimo y el de mis amigos en el de detrás donde al ser doble hay más ambiente marinero.
Más tarde fui con Graciela a un mercado de artesanÃa donde habÃa quedado con la hermana de un amigo mÃo de Sitges, Sonia. No la conocÃa personalmente, nos puso en contacto mi amigo y he de decir quedé fascinada con ella.
Encantadora.
Nos recibió a Graciela y a mà con un detalle precioso de artesanÃa local, aunque su hermano no le dio toda la información y pensó que yo iba con pareja asà que uno de ellos era para chico e inmediatamente nos llevó a cambiarlo por cosas de chica a pesar de insistirle en que no hacÃa falta.
Paseamos por la feria viendo las maravillas artesanales que hacen y hablando como si nos conociéramos de toda la vida. Nos sentamos las tres en una terracita a tomar algo y nos enseñó fotos de las increÃbles joyas que ella misma diseña y fabrica. Piezas exclusivas realizadas con perlas, hilos y nácar. Verdaderamente espectaculares.
Al cabo de un rato aparecieron Cris y Enrique que se unieron a nosotros. Graciela se marchó y nosotros nos quedamos allà hablando.
Sonia que a pesar de ser joven lleva ya más de 15 años viviendo en Tahità y nos contó cómo es la vida aquÃ. Aprendimos un poco más de esta sociedad tan amable y desconocida para nosotros.
La acompañamos hasta su coche y me despedà de ella con gran pena, ya que nosotros al dÃa siguiente partÃamos.
De todas formas quedé tan fascinada con su trabajo que seguiremos en contacto y quizás podamos llegar a vender en España las maravillosas piezas que crea.
Desde aquà te mando un besito deseando volver a encontrarnos cuando viajes a Sitges el próximo año.
Por la noche gran parte de la tripulación fuimos a tomar algo al Bora Bora.
Poco a poco se fueron marchando al barco y yo me quedé allà un ratito más para poder hablar con España, ya que a las 10h de la noche mÃas son las 10h.de la mañana allÃ.
De regreso al barco pasé por un bar de copas donde sonaba música comercial. Del local no recuerdo el nombre. Es pequeño pero con una gran terraza y en él me encontré tripulaciones de otros barcos, algunos conocidos y gente de aquÃ.
Conocà a Patrick, un chico francés, encantador, que lleva dos años viviendo en TahitÃ. Me presento a sus amigos y con ellos estuvimos tomando una copa. Una noche muy chula.
Patrick es un enamorado de Barcelona asà que nos volveremos a encontrar allÃ.
Me dio algunos datos sobre Moorea, mi próximo destino.
A la mañana siguiente llegó Sergio, el capitán con el que ya navegamos las dos primeras travesÃas de esta vuelta al mundo y que ahora se reincorpora para sustituir a Fernando. Navegaremos con él los cuatro próximos meses.
Dejo atrás Tahità y la ciudad de Papeete con un excelente sabor de boca de mi paso por aquÃ.
Desde el barco al anochecer veo sus luces cada vez más lejos haciéndose pequeña en la inmensidad del mar hasta desaparecer.