TAHUATA Islas Marquesas Polinesia
- LAURA
- 9 abr 2019
- 7 Min. de lectura
El día 29 de Marzo tras navegar 40 millas fondeamos en Vaitahu, en la isla de Tahuata.
Tras tirar el ancla y asegurarnos que había cogido bien en el fondo bajamos a tierra firme. Este pueblo
es muy diferente a los que hemos visitado en Fatihiva.
Tiene policía local, que amablemente nos indicaron al vernos sentados en una mesa de la calle junto al supermercado con unas cervezas, que no se podía consumir alcohol en la vía pública a lo que no pusimos ninguna pega ya que todavía no hemos hecho los papeles de entrada a este país, por lo que técnicamente estamos ilegales en las Marquesas hasta que vayamos a la isla de Hiva Oa a realizar dicho trámite.
Paseando descubrí una gran y preciosa iglesia al más puro estilo polinesio, con un impresionante techo de madera, unas increíbles puertas también de madera talladas, paredes de piedra pero curiosamente abierta por los laterales por lo que pude contemplar su espectacular interior. Su ubicación es maravillosa, a los pies de unas altísimas montañas frente al mar.
El pueblo es pequeño pero está equipado con oficina de correos y centro médico, además de tener un pequeño restaurante, propiedad de Jimmy, un maorí muy peculiar y de gran volumen, donde pasamos largas horas, ya que es el único que ofrece internet más o menos rápida, teniendo en cuenta que es 2G. El pueblo tiene una red abierta pero mucho más lenta, ya que imagino que es la que utilizan todos los habitantes.
Allí, en el restaurante de Jimmy es donde cenamos la primera noche mientras saciaba nuestra curiosidad sobre la historia de los Marquesanos y sus islas y allí en sus mesas de madera es donde hemos permanecido largas horas ya que desde que salimos de Panamá no habíamos dispuesto de wifi.
La isla también tiene una escuela muy bonita frente al mar. A la mañana siguiente pasamos a verla Enrique y yo y los niños salieron de sus clases a recibirnos con flores que nos fueron regalando uno a uno y que luego nosotros depositamos en unos Tikis que se encuentran al lado del colegio.
El pueblo también tiene una pensión, una sala de exposiciones y un bonito ayuntamiento.
Vahitau es la capital de esta isla.
La segunda noche que pasamos en la isla, parte de la tripulación se fue a cenar de nuevo al restaurante de Jimmy y Enrique y yo nos quedamos disfrutando de la soledad y el silencio del barco.
El domingo a las 8h de la mañana había misa y pensamos que quizás sería muy diferente a las que nosotros conocemos así que Enrique y yo fuimos a la iglesia.
Iban llegando los feligreses, Ellas adornaban su pelo con coronas de flores o con una flor en la oreja. Cantaron durante la misa pero no fue una misa musical con instrumentos como nosotros esperábamos.
Más tarde conocimos a unos lugareños con los que estuvimos en el patio de sus casas hablando. Les encanta explicarnos que fueron descubiertos por el español Álvaro de Mendaña y que más tarde llegaron los misioneros franceses y les obligaron a cambiar de idioma, les prohibieron hacer tatuajes al estilo original que ellos los hacían y un largo etc… Si hablas con ellos en las Marquesas te explican abiertamente que no están contentos con los franceses y que quieren la independencia del resto de islas ya que Tahití, que es la receptora del dinero no invierte mucho en ellos y se sienten olvidados.
Al mediodía paseando, en un espacio que hay en el exterior del colegio habían montado un bingo y allí estaban todas las mujeres del pueblo jugando mientras los hombres estaban reunidos en la petanca o en casa con los niños.
El domingo también era el cumpleaños del capitán. Por la tarde estuvimos con los amigos nativos de la isla jugando a la petanca, que evidentemente nos ganaron. Atardeció y nos sentamos fuera del restaurante de Jimmy y cantaron para nosotros canciones típicas Polinesias, mientras nos explicaban el significado de las mismas. A la hora de cenar el capi había encargado a Jimmy cena y cenamos en el restaurante y al terminar llegaron dos músicos profesionales que junto con Jimmy amenizaron la noche con su música.
Allí estaba yo, la única chica bailando con un marquesano que intentaba enseñarme el movimiento con esta música.
A pesar de lo rudos y guerrilleros que puedan parecer he de decir que cuando mantienes largas conversaciones con ellos te das cuenta de que son hombres muy sensibles y románticos y que el papel de la mujer para ellos es muy importante. De hecho en la familia es la mujer la que es la jefa de la casa y en muchísimas de sus canciones hacen referencia a la madre, y a la familia.
Al final de la noche quedamos con ellos para ir a la mañana siguiente a una playa de arena blanca que está justo al lado de la bahía donde estamos fondeados para comer una paella que prepararíamos para ellos. En las Marquesas no hay apenas playas, Son islas con grandes montañas donde el mar rompe directamente en los pueblos que han tenido que crear muros de contención en sus playas para que no se les inunden.
A las 8h les recogíamos en el muelle del pueblo y embarcaban en nuestro barco.
Llegaron preparadísimos para pasar un día de barco, playa y sol. Una nevera gigante para mantener bien frescas las cervezas y refrescos, dos aparatos altavoces gigantes que son resistentes al agua, el aceite de coco que ellos mismos preparan y comercializan…
Fondeamos en una preciosa playa donde los nativos tienen una especie de chabolas hechas con cañas para ir a pasar el día, cocinar y comer allí y en una de ellas nos instalamos.
Bajamos todas las cosas necesarias para cocinar la paella y pasar el día en la playa.
En esta cala nos encontramos con Mario, un español de Logroño que está navegando en solitario por el mundo con su bonito barco, “La Dama”, un precioso velero de 18 metros. Un clásico moderno ya que está construido hace un par de años.
Se acercó a visitarnos con su tabla y como nos confesó posteriormente, pensó que Enrique y yo éramos tripulación trabajadora del barco, no imagino que podíamos ser clientes. En la cubierta del barco se encontró cerveza corriendo a raudales, la música a gran volumen, cuatro nativos que eran Jimmy, su mujer y dos hermanos con los que él particularmente no había tenido una buena experiencia cuando acudió al restaurante de Jimmy y le extraño muchísimo la situación. En cierto modo también a nosotros, ya que no se nos consultó si nos parecía bien meter a extraños en el barco.
Que conste que nos encanta conocer gente y relacionarnos con ellos, aprender sus costumbres, sus canciones, su comida y su forma de vida…pero creo que invitar a desconocidos al barco se debe hacer cuando viajas con tu propio barco. En este caso que es un chárter, debería ser consultando a todos los clientes.
Al final de la tarde volvimos a la bahía de Vaitahu donde pasamos la noche.
Al día siguiente volvimos a la playa ya solo la tripulación y allí de nuevo Enrique y yo coincidimos con Mario en la playa. Paseamos, nadamos y charlamos pasando una tarde muy agradable hasta el atardecer. Nos invitó a que más tarde pasáramos por su barco para enseñárnoslo y así hicimos; tras regresar a nuestro barco y ducharnos nos acercamos a “La Dama”
Un barco muy bonito, tanto la cubierta como su interior, donde compartimos un tiempo muy agradable y una charla muy interesante.
Gracias Mario por tus consejos y buenos vientos.
De regreso al barco encontramos a nuestra tripulación con una parejita de suizos muy jóvenes que también estaban fondeados en la playa con un pequeño velero que habían comprado por poco dinero y con el que vivían su gran aventura. Nos dieron buenos consejos de donde ir y que hacer en Hiva Oa. Nos hablaron de cómo obtener la documentación para para pagar la gasolina más barata, de unas barbacoas que se celebran los miércoles para los navegantes, etc...
Pasamos la noche y a la mañana siguiente volvimos a Vaitahu ya que era el cumpleaños de Enrique y allí podía estar conectado a internet y podía recibir las felicitaciones de su familia y amigos.
Comimos en el restaurante de Jimmy y nos fuimos a hacer la siesta al prado de la iglesia. Los chicos y el capitán se quedaron jugando a la petanca.
Como en estas islas no hay puertos, y como ya he explicado anteriormente, en los pequeños embarcaderos a los que llegan los pescadores y el barquito que se mueve entre islas, hay un grifo de agua potable. Nosotros en cada viaje que hacemos con la zodiac cogemos agua en bidones y los llevamos al barco para llenar los depósitos. Esa tarde ya había poca luz tras el atardecer y la marea estaba subiendo. El embarcadero tiene una capa de verdor que resbala muchísimo ya que sube y baja la marea mojando las escaleras. Enrique estaba cargando los bidones de agua y al subir el último yo me caí. No me golpee la cabeza contra la escalera de milagro al caer de espaldas. Me hice daño en la parte de debajo de la columna, en la parte de arriba de la espalda y en los dos brazos. Una caída que nos dejó paralizados a los dos pensando en las consecuencias que podía haber tenido.
Afortunadamente solo fue un gran susto y tres días con el cuerpo muy dolorido.
Por la noche, ya estando todos en el barco se sacó para seguir con la celebración del cumpleaños de Enrique dos sobres de un buen jamón español junto con dos botellas de vino compradas aquí y unos pequeños dulces que compró que ejercieron de pastel.
“Espero que pasaras un buen día de cumpleaños en el paraíso y que guardes un bonito recuerdo.”
A la mañana siguiente dejamos atrás Tahuata poniendo rumbo a Hiva Ova.
Quiero comentar para futuros navegantes que aquí en las islas Marquesas podéis comprar unas tarjetas para tener wifi por unos 4.50 euros 1h. La compañía se llama Vinispot. Tiene una señal muy débil ya que en estas islas la cobertura es complicada. Solo funcionan en tierra y cerca de donde este el ruter. En algunas es justo al lado de la oficina de la Poste que es donde se compran y en algunas islas quizás tienen un poco más de cobertura y no hace falta estar al lado de la poste para utilizarlas.

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