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VANUATU


Vanuatu para mí es el país más sorprendente de todos por los que he pasado.

Sorprenden sus gentes por encima de la belleza de sus paisajes ya que aquí he encontrado a las personas más puras que he conocido jamás.

Llegamos a Port Resolution en la isla de Tanna la noche del 17 de Julio, divisando en la oscuridad de la noche a medida que nos íbamos aproximando a la isla, la luz anaranjada y roja del fuego y el humo del volcán Yasur. Un bonito espectáculo que nos regala Vanuatu para darnos la bienvenida.

Tanna es una isla que tiene unos 30 mil habitantes en la cual además de hablarse inglés y francés tiene más lenguas y dialectos, superando la centena.

A la mañana siguiente de nuestra llegada, se acercó al barco Tawa para darnos la bienvenida, un chico de unos 30 años que venía con su canoa típica de aquí, fabricada por el mismo. Muy rudimentaria pero muy chula. Nos explicó que la madera con la que se hacían era con el árbol del pan.

Nos habló un poquito de su pueblo, de la playa en la que vivía…Nos tomamos una coca cola con él, nos pidió si podíamos cargarle el móvil, le regalamos algunas cosas y comida enlatada y nos invitó a que paseáramos por la playa y visitáramos el pueblo y su casa más tarde.

Meres, Sergio y yo si bajamos con el dingui a la playa donde descubrimos un bonito rincón de esta islas, desde donde se observaba perfectamente la nube formada por el humo del volcán, playa donde se situaban estratégicamente unas grandes rocas negras volcánicas que hacían de esta playa un auténtico y exótico paraíso.

En este fondeo hemos vuelto a coincidir con todas las tripulaciones de la ARC y con alguno de los barcos que como nosotros, van por libre.

Por la tarde bajamos a visitar el pueblo. Al subir la montaña nos encontramos a muchísimos isleños, niños y adultos con los de la ARC, en una especie de fiesta que les habían preparado.

Esta regata todos los años va haciendo la misma ruta por lo que imagino que los organizadores junto con las personas de aquí, al igual que de otros sitios por los que hemos pasado, les preparan una fiesta donde les deben hacer demostraciones de sus bailes y otras cosas y a cambio reciben regalos. Algunos lugareños de sitios que hemos visitado nosotros antes nos avisaban que en unos días llegaban barcos de una regata que para ellos eran una fuente de ingresos.

Hemos dado un paseo por el pueblo, hablando con los nativos. Todos extremadamente amables y educados. Nos acompañaban durante parte de nuestro trayecto y nos explicaban curiosidades de su pueblo, o nos hablaban de sus antepasados, de historia o simplemente de su día a día.

Todos sin excepción al vernos, salían de sus casas, nos daban la mano y se presentaban esperando saber nuestros nombres y poder charlar un poco con nosotros.

Así, lentamente, sin prisas, charlando con unos y otros hemos atravesado el bonito y curioso pueblo, formado por casitas construidas con troncos y hojas trenzadas, elevadas del suelo por cuatro pilares, hasta llegar a una playa espectacular.

En la arena crecían unas curiosas palmeras exhibiendo sus altas y largas raíces. El color del agua de un azul clarito que se mezclaba con verdes y turquesas pero de delicados tonos pasteles.

La playa larga, con barreras de coral que dibujaban olas antes de llegar a la orilla y ese sonido del mar, mezcla de dulce y salvaje.

Espectacular.

Un lugareño nos ha ofrecido tomar una cerveza en una cabaña que hace las funciones de bar.

Paredes decoradas con alegres telas de colores y dos mesas con dos bancos y algunas sillas.

Música jamaicana de fondo y un letrero para recolectar fondos.

Justo al lado de esta cabaña están construyendo unos alojamientos que se destinaran a alquiler turístico. Son seis cabañas en la parte de arriba de la playa. Las van construyendo jóvenes voluntarios australianos. El dinero que obtengan del alquiler de estas cabañitas irá destinado a la mejora del centro escolar y la enseñanza.

En el camino de vuelta nos cruzamos con muchos de los habitantes que regresaban a sus casas tras la celebración que habían hecho con las tripulaciones de la ARC. Regresaban con caras de cansancio. Imagino que fue un día bastante largo para ellos, pero también contentos por los obsequios recibidos.

Seguimos paseando por la isla hasta el atardecer. Aquí a las 5h de la tarde ya es de noche.

Volvimos al barco tras un día muy intenso y muy bonito.

Me he quedado enamorada de esta isla y de sus habitantes. Una lástima tener que marcharnos tan rápido porque es un rinconcito para quedarse bastante más tiempo.

La mañana del 19 zarpamos para llegar al mediodía a otro lugar más mágico aun si cabe que el anterior.

Poco tiempo antes de llegar a ERROMANGO, Meres se da cuenta que hemos pescado algo, ya que la línea que habíamos tirado pesa mucho.

Un dorado de unos 15 kgs ha picado. Fondeamos en la bahía de Dillon´s bay, donde se termina de limpiar y trocear el pescado.

Rápidamente se nos acerca al barco un señor mayor que llega con su barquita de madera, también tradicional y construida por el mismo.

Se llama David. Tras charlar un rato con él en el barco compartiendo una coca cola nos invita a enseñarnos su pueblo y sus bonitos rincones, imposibles de descubrir si no es con alguien del pueblo que te los muestre.

Quedamos con él en 30 minutos en lo que él llama el Yacht Club de Erromango.

Como tenemos un exceso de pescado le ofrecemos a David y decidimos llevarle al barco vecino. Son 3 chicos y una chica muy jóvenes que viajan al más puro estilo trotamundos.

Les produce una enorme alegría nuestro obsequio. Quedamos en vernos en los próximos días en Port Vila.

Descendemos a tierra y buscamos el Yacht Club, que es una bonita cabaña llena de banderas de los barcos que por aquí van pasando y como no, entre ellas banderas de la ARC de sus diferentes ediciones de años anteriores.

David nos dice que ellos llegaran entre esta noche y mañana por la mañana ya que el pueblo entero está preparando actividades para estos barcos para el día de mañana.

También nos cuenta que a lo largo del año reciben un total de 50 barcos por aquí.

David nos dedica toda la tarde hasta el anochecer. Nos enseña todo el pueblo, desde las casas particulares donde las mujeres sentadas en el suelo tejen las hojas secas y crean preciosas alfombras, la escuela, que por cierto es impresionante, con unas instalaciones fantásticas y muchísimos alumnos, unos 250. En el momento que nosotros pasamos hay un gran grupo donde el profesor les está entregando las notas, otro grupo de niñas corretea por el enorme campo de césped que tiene la escuela. Sentadas en un rincón de este hay dos maestras corrigiendo exámenes.

El colegio se encuentra situado en lo alto de una colina y a su espalda lo presiden unas altísimas montañas. Visitamos la iglesia, nos lleva a través de la selva donde nos explica sus distintos tipos de árboles y lo que ofrece cada uno.

Por el camino vamos viendo personas trabajando en la recogida de frutos, en la tala del bambú, niños que suben a los árboles para regalarnos fruta. Un árbol que a sus pies en el troco está lleno de cera y es del que fabrican las velas.

Aquí no hay electricidad, así que por las noches se iluminan las casas con candiles en los que introducen las velas que se hacen de este árbol.

Es alucinante lo bonito y salvaje que es todo, la gran variedad de árboles y frutos que tienen y los árboles tan antiguos, grandes, muy grandes y de impresionantes raíces que nos encontramos a menudo durante el trayecto.

David nos lleva hasta el rio que cuando fondeamos vimos la desembocadura.

Baja de las montañas, a un lado la selva y al otro las altísimas y verdes paredes de la montaña. Su agua desciende caudalosa tropezando con las piedras y formando pequeñas cascadas. De repente se abre formando una piscina natural con una roca gigante en medio en forma de islita, para poco más adelante seguir descendiendo hasta salir al mar.

Durante su trayecto cerca del pueblo, el lavadero. Las mujeres acuden a él a lavar la ropa en el rio, en una zona llena de grandes piedras donde la frotan para luego extenderla sobre el suelo y secarla al sol.

Una excursión espectacular que le hemos agradecido muchísimo a David.

Al anochecer regresamos al barco con gran pena de tener que zarpar esa misma noche y no poder disfrutar más tiempo aquí. David también se asombra de nuestra rápida visita.

Al regresar al barco la bahía ya se ha llenado con los barcos de la ARC que durante la tarde han ido llegando.

Zarpamos después de cenar y al mirar hacia la bahía a penas se dibujan dos luces tenues de dos casitas en el pueblo y las luces de fondeo de todos los veleros que allí se quedan formando un bonito dibujo en el cielo.

Probablemente esa noche sea la noche del año que más luz tiene Erromango en la bahía de Dillon´s.

Qué bonito recuerdo me llevo de este mágico lugar, de sus casitas tan humildes pero tan bonitas y limpias, de la educación de estas gentes, de su pureza, de su amabilidad y cariño, de las risas y juegos de sus niños, de sus paisajes…En los ojos de estas personas se refleja su bondad.

Vanuatu es el lugar más distinto a lo que nosotros conocemos. Aquí, tanto en Port Revolution, en Tanna como en Erromango sus habitantes no tienen energía eléctrica, apenas una mini placa solar que no le da suficiente electricidad para encender una bombilla, no hay televisiones en sus casas, tampoco pobreza. La felicidad y alegría de sus habitantes te hace ver que en la vida no hacen falta tantas cosas para ser feliz, prácticamente nada mientras cubras tus necesidades.

No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita.

Los días 20 y 21, fin de semana, los hemos pasado en la capital, PORT VILA, en la isla de Efata.

Llegar a Port Vila procedente de las islas es un contraste brutal. Es una bahía enorme con una isla central en la que hay un resort de cabañitas en el agua y un casino. Para desplazarse del resort a la ciudad solo se puede a través de barca. El fondeo esta entre esta isñita y Port Vila.

El sábado después de hacer las customs bajamos a descubrir la ciudad.

Llovía bastante. Había mucha gente en sus calles, especialmente en su bonito mercado de frutas, verduras y flores.

Aquí, igual que pude observar en Tonga, hay muchísimos comercios chinos.

La ciudad es pequeña. En la zona donde fondeamos está el Yacht Club, un restaurante a pie de mar muy chulo con música en vivo por las noches.

Los camareros son muy amables. María especialmente ha sido muy cariñosa conmigo y hemos compartido algún baile y complicidades. Marie, see you in Facebook

Comimos y fuimos a pasear y de compras.

Me encanto descubrir una especie de mercado de ropa donde se confeccionan los vestidos típicos de aquí, bolsos y telas para decorar.

En el cada señora que tiene un puesto también tiene su máquina de coser así que mientras paseas por su interior la música que escuchas es el ruido de las maquinas que producen las costureras al pisar el pedal y coser.

Aquí puedes ver a todos los miembros de una familia vestidos con la misma tela. Ellos llevan sus camisas iguales que el vestido de la mujer que a su vez es exactamente igual que el de sus hijos. Quizás en Europa sería extraño pero aquí, se ve muy bonito.

La ciudad tiene un tramo con un paseo marítimo muy chulo que termina en un enorme parque por donde pasean o se reúnen los lugareños. Es chulo sentarse ahí y observar la vida de la ciudad y sus habitantes.

Por la noche cenamos en el restaurante del puerto donde conocimos unas chicas inglesas encantadoras. Con ellas fuimos a la única discoteca de la ciudad. Un local sin mucho encanto aunque si lo tenía su terraza exterior sobre el mar.

A la mañana siguiente hicimos la gran compra de supermercado para los próximos 11 días de navegación que tenemos hasta Australia. Hay un gran supermercado tipo Carrefour a las afueras con productos franceses en su mayoría. Como curiosidad, la sección de bebidas alcohólicas permanece cerrada durante el fin de semana hasta el lunes a las 11h de la mañana.

El domingo ya habían llegado bastantes barcos de la ARC por lo que tuve la ocasión de despedirme de Jaqueline y Sergio. No creo que nos volvamos a ver más en este viaje ya que a partir de aquí nuestras fechas dejan de coincidir y también los lugares por los que vamos a pasar. A ellos y al Nikitoo son el primer barco de la ARC que conocí en Marquesas y con el hemos ido coincidiendo durante el pacifico. Al resto los fui conociendo a partir de Fakaraba, como al Peikea de Manel, de los que me despedí ya en Fiji ya que ellos acaban su aventura en Nueva Zelanda.

El domingo de nuevo parte de nosotros cenamos en el restaurante del puerto donde nos encontramos con la tripulación del barco amarillo, Marcelo y sus amigos, los que conocimos hacia dos días en Erromango y con los que pasamos una parte de la noche muy chula.

Cuanta gente diez he tenido la fortuna de conocer durante estos meses si echo la vista atrás.

Cuantos barcos diferentes y cuanta gente de diferente estilo, todos con algo en común: el amor al mar y a navegar.

El Lunes por la mañana hicimos las últimas compras, preparamos el barco, cargamos agua y gasolina y al mediodía dejamos atrás este maravilloso y desconocido país que sin duda alguna hay que dedicar meses para poderlo conocer.

La estancia en Vanuatu ha sido un suspiro. Nosotros apenas hemos estado cinco días y creo que este era sin duda el lugar más sorprendente del Pacifico y al que se le debería haber dedicado más tiempo.

Ponemos rumbo a Australia.



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